lunes, 12 de junio de 2017

En Alem estafan al consumidor de energía eléctrica

Tras graves denuncias por estafa a los clientes, finalmente la CELA de Leandro N. Alem, Misiones; rebajó la tarifa de consumo de energía eléctrica en la población afectada. Esa medida reciente adoptada por la Cooperativa de Electricidad y otros Servicios Públicos, dejó en evidencia que durante todos estos años, mucha gente fue supuestamente estafada y perjudicada, al sufrir aumentos absurdos y descarados del precio de la factura de luz.
A mí por ejemplo, en 2007, cuando residía en dicha ciudad, me aumentaron el insumo de luz de una manera totalmente desproporcionada con respecto al uso doméstico. Ahora vivo en Brasilia y puedo asegurarles que además de ser un precio accesible, la tasa de mensualidad de energía aquí es siempre proporcional al consumo doméstico. Aquí en Brasilia, no hay distorsiones en el precio del consumo de luz como sí hay en Alem.
Pero lo peor no pasa por ahí...
En Alem, el área de Investigaciones de la Policía local, debería apurar el caso y dar con los responsables del “afano”; pero infelizmente los policías nunca descubren nada. No atrapan ni a una mosca muerta... Ellos tienen un alto presupuesto para no hacer nada, tapar todo y dejar así como está. Nunca está demás decir que ese alto presupuesto que dispone la Policía, es fruto de los impuestos de los contribuyentes al erario público (es decir plata del pueblo destinada al Estado).
No obstante, tampoco hace nada la Justicia, caracterizada por ser lenta, burocrática y corrupta.
Por ejemplo, la jueza de Instrucción N° 5 de Alem, recibió un montón de denuncias en su contra y pedidos de destitución; sin embargo, desafortunadamente sigue ejerciendo su función como si nada hubiese acontecido.
Por último, los políticos podrían solucionar este conflicto, pero prometen y nunca cumplen sus promesas... En Alem así como en el país, pareciera ser que el político que más miente, gana las elecciones...
Entonces “La capital de la Alegría”, como se conoce a Alem, se transformó en una sucursal de la tristeza; porque roban “a dos manos” y nadie va preso. Y el que termina “pagando el pato”, siempre es el ciudadano decente.