Lo concreto es que todos podemos obtener calidad de vida si practicamos la humildad genuina, escuchando a los demás y aceptando el entorno donde nos manejamos, por más difícil que nos resulte el ambiente donde nos desenvolvemos.
Ser humildes es dejar hacer y dejar ser a los demás, porque si aprendemos a eliminar nuestra arrogancia, reconoceremos las capacidades físicas, intelectuales y emocionales de los demás.
Para desarrollar nuestra humildad, debemos seguir algunos pasos que se detallan a continuación...
-Aprendamos a aceptar las capacidades de los demás y respetemos sus puntos débiles.
-Reconozcamos nuestra propia realidad, sin caer en la arrogancia, aceptándonos tal como somos y no como los otros quieren que seamos.
-Seamos sencillos, amorosos, sinceros y veraces.
-Pidamos ayuda cuando la necesitemos y admitamos que no somos autosuficientes.
-Dejemos de hablar de nosotros mismos, quitándonos de encima toda forma de egolatría.
-Eliminemos la soberbia y cultivemos afectos en los demás.
-No permitamos que nuestras actitudes o palabras ofendan a otros.
-Estemos en armonía porque ese es nuestro mejor regalo, por lo tanto, sonríamos y miremos a todos con cariño.
-Cuidemos nuestro lenguaje y sobre todo el modo en que nos expresamos.
-No nos sintamos superiores a nadie.
-Escojamos amistades por afinidades, no por intereses.
-Contentémonos con lo que tenemos, que siempre es mucho más de lo que creemos.-
